115 kilómetros de extensión, cuatro provincias, centenares de rincones por explorar. La Ruta del Vino Ribera del Duero va mucho más allá de sus reclamos más conocidos y populares. En cada municipio, rodeado de viñedo, se esconde un interesante patrimonio que sorprenderá al visitante. Solo es necesario dejarse llevar y profundizar un poco para descubrir algunos hallazgos que no dejaran indiferente. Es más, demostrarán que la naturaleza, el patrimonio y la cultura del vino forman un ensamblaje perfecto para los visitantes que se atrevan a ir más allá. Hay un sinfín de ejemplos. En esta ocasión, nos adentraremos en algunos de ellos en forma de puentes, parajes naturales, incluso fenómenos geológicos. Todos ellos maridarán a la perfección con el vino, la gastronomía y las gentes de la Ribera del Duero.
En la provincia soriana, los amantes de la naturaleza, las caminatas y los fenómenos geológicos, podrán descubrir tres paradas imprescindibles entre Bocigas de Perales y Langa de Duero. La primera cita con los fallones Kársticos de Bocigas de Perales, esculpidos a lo largo de los siglos en tonos rojizos. Están formados por varios grupos de rocas, la 'Camarilla de los Moros', 'La Piedra del Cáliz', 'La Cama del Abuelo', la 'Puerta del Sol' o 'La Nariz de la Bruja'. En su punto más elevado, el Alto de la Torre, las vistas sugieren quedarse allí para siempre. El siguiente reto está en Las Chorreras de Quintanilla de Tres Barrios. En el punto de mayor altitud del pueblo y protegido por un mar de encinas, este paraje debe su nombre al efecto del chorreo del agua durante siglos, erosionando las laderas de arcilla en forma de acanaladuras y crestas, originando dos espacios muy próximos entre sí, siendo uno de ellos mucho mayor que el otro. La ruta geológica se completa en Las Chimeneas de Hadas en Langa de Duero. Sorprenden las columnas naturales originadas por la acción de la lluvia y del viento durante miles de años en un paraje muy propio de los relatos de cuento y sobre el que circulan leyendas de hadas.
Una vez recorridos los fenómenos geológicos, seguiremos ahora el cauce del río. El Duero va a marcar, sin duda, alguna de las joyas menos conocidas. En realidad son muchas. Su fluir está plagado de puentes históricos, modernos, vinculados a grandes infraestructuras como el ferrocarril... Estos pasos han marcado la vida de la comarca y hoy conforman un reclamo y un capítulo más de la historia. Tantos secretos y momentos de la historia calla el Puente del Camino de los Aragoneses. Un paso de piedra de seis arcos de desigual tamaño dibuja la entrada imponente al municipio burgalés de San Martín de Rubiales. El primer documento conocido de obras de este puente data de 1645, donde se dice que estaba en ruinas.
Historia lejana y otra más cercana. En la versión más moderna, pero con un encanto de lo más especial, el río sorprende con hasta once puentes metálicos de ferrocarril construidos para cubrir la línea de tren Valladolid – Ariza. En la provincia de Valladolid, entre Peñafiel y Bocos de Duero, se encuentra El Carrascal, un puente metálico de vigas roblonadas tipo Pratt. Presenta, sin embargo, una característica muy particular, puesto que es el único de los puentes metálicos de esta línea que está esviado, dada la escasez de espacio para adaptar la plataforma de la vía a las curvas del río Duero en este paraje. Dos ejemplos tan distintos y tan atractivos a la vez, que son una pequeña muestra de lo que se puede descubrir siguiendo el río.
Y las propuestas no estarían completas sin una cita con la naturaleza. Tan valorada en estos momentos y que sigue ofreciéndonos lugares a descubrir. Para disfrutar de un gran paraje natural, nos detemos en un rincón poco conocido, pero que, sin duda, sorprenderá por su calma y su riqueza arbórea. En este caso, nos vamos hasta la provincia de Segovia para conocer, la Fuente de La Pisadera, un área recreativa con dos ejemplares de árboles singulares. Se encuentra a un kilómetro de la Casa del Parque de las Hoces del Riaza en Montejo de la Vega. Un lugar que no dejará indiferente con sus dos sabinas catalogadas por sus peculiaridades. Una sabina albar, enclavada en un campo de cultivo, resalta sobre el cantil rocoso de fondo de Covanegra en las proximidades del Parque Natural de las Hoces del río Riaza. Hermosos ejemplares de hembra de sabina albar que han sobrevivido durante cientos de años siendo testigo de las labores agrícolas y el pastoreo a su alrededor, propiciando sombra, cobijo y alimento.
Increibles paisajes, rincones con historia a la vera del río, parejes donde tomar aire... Lugares para descubrir y visitar que se aderezan a la perfección con la rica gastronomía de las decenas de restaurantes, la hospitalidad de las casas rurales, la cultura de los museos y los grandes vinos de las bodegas de la Denominación de Origen
Fotos. Ruta del Vino Ribera del Duero
|