La carne de potro es una gran desconocida en España, aunque su consumo es cada vez mayor. La carne de potro hispano bretón, que es la se produce en Burgos, tiene una edad máxima de 2 años, se crían en libertad (no están estabulados), se alimentan de materias primas naturales, beben agua limpia e higiénica y se evita todo lo posible tratarlos con medicamentos.
Desde el punto de vista nutricional, se ha demostrado que la carne de équido, respecto a otras carnes, ofrece cualidades muy interesantes:
Tiene un menor contenido en grasa, semejante o inferior a la carne de pollo o pavo. Es la carne con menor contenido de colesterol del mercado. Por lo que es una carne apta para personas con sobrepeso, colesterol, triglicéridos altos...
Es rica en proteínas de alto valor biológico, es decir, proteína que contiene todos o casi todos los aminoácidos esenciales que necesita el cuerpo, por lo que se aprovecha mejor. Esto lo hace un carne muy recomendable en deportistas.
Está recomendada, también, para personas con anemia ferropénica, por su alto contenido en hierro. Hierro hemo, más aprovechable, debido a su alto coeficiente de absorción. Incluso duplica el contenido habitual de hierro en el resto de carnes (vacuno, cerdo o pollo). Los potros realizan ejercicio aeróbico intenso, por lo que su músculo posee mayor contenido de hemoglobina y mioglobina, que es dónde se encuentra el hierro.
Es también una fuente importante de fósforo, magnesio, zinc y cobre, son elementos de vital importancia para el funcionamiento del cuerpo humano.
Tiene altos contenidos en ácidos grasos omega 3. Son grasas saludables que no son habituales en otras carnes más consumidas, sino que suelen estar presentes en el aceite de oliva o pescado azul.
Asimismo, es muy rica en vitaminas del grupo B, y junto con su bajo contenido en colágeno le hacen ser una carne muy tierna y de fácil digestión, lo que la hace muy apropiada en dietas dirigidas a niños, mayores y personas con anemia megaloblástica (deficiencia de vitamina B12).
En cuanto a las características organolépticas de la carne de caballo podemos mencionar un ligero sabor dulzón por su bajo contenido en grasas y su alto contenido en glucógeno. El color de la carne es rojo cereza, principalmente en los músculos de mayor actividad, debido a su alto contenido en mioglobina.