Somos seres sociales, necesitamos estar en compañía. Aunque también necesitamos pasar tiempo a solas y encontrarnos a nosotros mismos.
Por eso hay que elegir bien con quién pasamos el rato. Hay amistades que perjudican gravemente nuestra salud, son las llamadas “relaciones tóxicas”. Sin embargo, hay personas con las que nos reímos y pasamos buenos ratos. Es necesario sentirnos valorados y aceptados por los demás. Si pasamos mucho tiempo con personas que no nos valoran, eso termina haciendo mella en nuestra autoestima.
Por lo tanto tener relaciones saludables significa relacionarse de manera positiva con los demás. Si el discurso se vuelve demasiado negativo, finalmente será perjudicial para todos los que estén presentes. Es bueno hablar de cosas diferentes, de cosas nuevas, buscar las opiniones de los demás sobre algún tema concreto.
Hoy en día la “queja” se ha convertido en el deporte nacional: el hablar de lo mal que va todo, de la crisis, de nuestros políticos, de las desgracias del mundo…De todo hay que hablar, pero en su justa medida y no en un tono negativo. Este tipo de conversaciones que sacan sólo lo malo y no nos llevan sino a una gran frustración, no nos sirven de nada. Es positivo hablar de temas sociales y políticos, pero con un tinte esperanzador y positivo, es decir, buscándole posibles soluciones o informando de aquello que algunos ya están haciendo para salir de esos problemas. La queja por la queja solo nos negativiza más y nos tiñe todo de negro.
Por eso, ver el telediario y comentarlo después es la peor gestión del tiempo libre que podemos hacer. Lo ideal es ver esos programas en los que las noticias se relatan con un tono de humor, para ver el lado irónico de las cosas, tomarlas de otra manera y ver una perspectiva de la vida más positiva y cambiante.
Mi consejo es no quejarnos tanto, solo un poco. Después hablar de otros mil temas que nos gustan, que nos emocionan, que sean positivos y que nos lleven a alguna acción. Es decir que nos hagan movernos, actuar y seguir adelante. Aquellos diálogos que nos paralizan, como teniéndonos que conformar con “esto es lo que hay y no podemos hacer nada”, son los que nos frenan y nos dejan las energías a cero.
Es natural y saludable, desahogarse y hablar con los amigos, contar aquello negativo que nos está pasando, pero siempre con un fin, no quedarnos en la queja, buscar una acción a emprender. Si solo me quejo y no hago nada, mi problema sigue ahí. Y por supuesto hablar de lo positivo, de lo que nos sale bien reforzarnos antes ellos y que ellos nos refuercen. En algunos círculos esta costumbre se ha perdido, y solo hablan de que si a uno le va mal a otro le va peor. Y ni que decir tiene de quien sale del médico y que habla de lo que le duele, pues al otro le duele más. Este tipo de comunicación es una espiral que no tiene fin y que carga negativamente a las personas.
En fin: Busca el momento de comunicar, tanto lo bueno, como lo malo, pero con positividad.
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