No es del todo verdad aquello de que aquí no hay playa. La Ribera del Duero no está bañada, evidentemente, por el mar, pero puede presumir del gran río al que debe su nombre. Un eje vertebrador del territorio que conformar claramente una seña de identidad, una forma de ser, un terruño que marca la uva y el vino. Además de vino, gastronomía, patrimonio, cultura y naturaleza, en la Ruta del Vino Ribera del Duero hay también espacio para darse un buen chapuzón o reposar en una de las playas fluviales que existen a lo largo de la comarca. El verano es, desde luego, la época para recorrer estos enclaves, algunos más conocidos, otros por descubrir, pero todos ellos rincones especiales que merecen visita. Lugares privilegiados con fácil acceso y zonas de aparcamiento.
La primera de las propuestas, la encontramos en la provincia de Soria, en San Esteban de Gormaz. Su playa fluvial está declarada como apta para el baño por parte de la Junta de Castilla y León y se emplaza concretamente entre las etapas 7 y 8 del sendero de gran recorrido que recorre el río, el GR-14. Allí se puede disfrutar de dos zonas de baño previas a una escollera formada por grandes bloques de piedra y hormigón. En la margen izquierda se encuentra ‘La Alameda’, una playa mixta de arena y piedra, completada por una profunda arboleda. El atractivo se completa con una zona de recreo, con zonas de descanso, mesas y barbacoas. En la otra orilla, irrumpe ‘La Rambla’, un zona más pequeña e intima que llama al relax y a la tranquilidad con fácil acceso al baño. Un par de escaleras para entrar y salir del agua. La oferta de San Esteban se completa con un pantalán que permite a los piragüistas acceder al río a practicar su deporte preferido. ¿Se puede pedir algo más?
Y desde la provincia de Soria emprendemos la ruta hacia su vecina Burgos. Los afluentes del Duero dan también muchas posibilidades de baño estival. Por ejemplo, en Milagros por donde transcurre el río Riaza. Una bonita y amplia zona de baño y de recreo hace las delicias de lugareños y visitantes. Presenta una gran superficie ajardinada, con mesas y barbacoas para pasar un buen día de campo y fresquito. Las aguas apenas cubren y permiten el baño y la diversión incluso de los más pequeños.
Y siguiendo el cauce del río, llegamos a la provincia de Valladolid. Peñafiel puede presumir de dos zonas privilegiadas. El parque de ‘La Judería’ da la oportunidad de refrescarse o zambullirte a orillas de otro afluente, el río Duratón. Cuenta con terraza, parque infantil y está muy cercana a algunos de los reclamos turísticos más destacados de la localidad. Sin salir de Peñafiel, pero aguas arriba del Duratón, irrumpe ‘Valdobar’, una zona de ocio y playa fluvial. A los pies de la ermita de San Roque y con un horizonte presidido por un gran puente de piedra.
Y ya en Quintanilla de Arriba (Valladolid), los chopos dan sombra a la orilla del Duero en ‘La Barca’. Una zona de baño con todos los servicios. Ducha, agua potable, mesas con bancos, un tobogán, una pasarela de madera y embarcaderos. Impulsada por el Ayuntamiento, la arena se renueva cada año en una zona declarada apta para el baño delimitada por boyas y aprobada por la Junta de Castilla y León. No cuenta con aparcamiento, pero no hace falta caminar demasiado para acceder a pie de rio.
A parte de estas propuestas, las más reconocidas, la ruta del Vino alberga otras playas fluviales, quizás más desconocidas, pero dignas de descubrir. En la presa que forma el Duero en Soto de San Esteban (Soria) y también a los pies del puente renacentista en Quintanilla de Onésimo una zona donde el Duero retiene su caudal. Además, el río Duero propone también una serie de embarcaderos, que facilitan el acceso con piragua o barca, que llaman la atención de los aficionados a las pesca o incluso en los que se lanzan al agua los más atrevidos. El vado de Vadocondes, El Barriles de Aranda, ‘La Isla’ de Valbuena de Duero, son algunos ejemplos. Con todas estas alternativas, el baño, el reposo y el disfrute de la naturaleza, están garantizados dentro de la Ruta del Vino Ribera del Duero.