La música de Superframe ponía esta madrugada el punto y final a un festival, el de Sonorama Ribera, que cierra sus puertas tras haber acogido 150.000 personas en el recinto del Picón durante los cinco días que ha durado su 26ª edición. 35.000 acudían durante los días principales (jueves, viernes y sábado), 25.000 lo hicieron en la fiesta de bienvenida del miércoles y 20.000 este domingo. Y es que, a pesar de haberse reducido la venta de abonos a sólo 30.000, la cifra se ha incrementado algo debido a las entradas de día.
Una edición “histórica”, destaca el coordinador del festival Javier Ajenjo, que inicia un nuevo ciclo para trabajar “en un festival mejor, más grande, más inclusivo festival y más sostenible”. Porque el resultado ha sido bueno, pero hay cosas que mejorar, apuntan. A pesar de haberse dado un paso importante dentro del recinto “seguimos viendo multitud de fallos y cosas que con absolutamente mejorables”. Entre ellas está el aumento de baños, el aumento de espacio para conseguir “que la gente esté aún más cómoda”.
Otro punto importante es el del recinto de acampada, donde el espacio se ha tenido que reducir debido al acordonamiento de algunas zonas para evitar el peligro de la posible caída de árboles. “Hemos estado un poco justos”, comenta Ajenjo, anunciando novedades para el año que viene: “habilitar dos zonas de camping independientes para que todos aquellos que vengan puedan estar mejor”.
Este es uno de los retos importantes que se marcan para la próxima edición 2024. Pero la que ahora ha terminado ya se está cuantificando. “Estoy seguro que ha generado un impacto económico brutal por encima de los 18 millones de euros esperados”, vaticina el coordinador, indicando que a ello hay que sumar el impacto mediático que será difícilmente cuantificable “pero que ha sido increíble”.
Importante ha sido también la llegada de “sonorámicos” no sólo al recinto de El Picón, sino también al centro de la localidad para disfrutar de los conciertos gratuitos que se han repartido por sus calles, generando un impacto económico que redunda en comercios y hostelería. “Desde hace tres meses teníamos todo reservado en el restaurante”, comenta un hostelero.
A ello se suman los 1.300 contratos de trabajo que se han realizado por parte de la organización, para un festival que gusta a muchos arandinos que han comprado su abono para disfrutar de cinco días de conciertos, pero que molesta a otros sobre todo por dos cuestiones: la suciedad y el ruido.
Sobre la suciedad hemos querido hablar con trabajadores del servicio de limpieza. “Se trabaja mucho en estos días porque viene mucha gente, pero suelen ser más cívicos que los propios arandinos” señala, comentando que “hay suciedad, pero utilizan mucho las papeleras, algo que no ocurre en las fiestas de Aranda, donde se mancha más siendo muchos menos”.
Sobre el ruido son muchas las voces que claman más respeto al sueño nocturno, ya que la música que se genera en El Picón llega a las casas. “Es algo que se tiene que mirar y poner algún remedio, porque estamos aguantando decibelios que las leyes no permiten, y en noches tan cálidas como las de este fin de semana necesitamos dormir con las ventanas abiertas”, comenta una vecina de la calle Hospicio.
Conciertos mágicos
Eso es lo que queda en la retina de las personas que han acudido a la plaza del Trigo. Su escenario ha acogido conciertos memorables como los que se vivieron este domingo con Rococó, Malifluo o Los niños Jesús. Y el colofón no pudo ser mejor, sorprendiendo al público Amaral en el concierto sorpresa tras haber protagonizado el día anterior el concierto con más afluencia de personas en El Picón.
Pero también se pudo disfrutar durante la tarde-noche del domingo de propuestas musicales en El Picón, donde los conciertos de Rodrigo Cuevas, Niños Mutantes y Siloé fueron los que más personas congregaron. Una noche a la que también pusieron música las bandas Bauer, Simulacro, The Parrots, Natalia Lacunza, Kitai, Peces Raros, Grises y Alan Neil entre otros.
“Los conciertos en el recinto han sido maravillosos, los grupos se han volcado al sentir el calor de la familia que hace Sonorama Ribera, toda la gente Art de Troya, toda la gente Sonorama Producciones, de Planeta sonoro, el mejor equipo del mundo que hace posible que se pueda soñar que esto que parecía imposible pueda parecer”, comenta Ajenjo.
Y ahora, a preparar la próxima edición, pero entre tanto a seguir abriendo la ventana de Sonorama Latinoamérica. En noviembre el festival tendrá presencia en Uruguay y en el mes de febrero volverá a cruzar el charco para llegar a México.
Imágenes: @Arturo Sanz