"Como no me dejaban pintar en las paredes empecé a construirlas yo mismo"

Hablamos con el artista arandino Juan Perdiguero

12/11/2023 7:34 | Begoña Cisneros

Juan Perdiguero es un joven arandino de 27 años que, además de un gran artista, es un aventurero que va en busca de lugares y momentos en los que poder desarrollarse en esa faceta. Hace tres años se fue a Lisboa sin nada concreto y se ha instalado en esta ciudad portuguesa, pero no deja de recorrer otros muchos sitios del mundo.

- Cuéntame un poco cómo ha sido tu trayectoria antes de llegar a Lisboa.

- Estudié en Aranda y después de pasar por varios institutos acabé en el Vela Zanetti haciendo Bachillerato de Artes y de ahí me fui a estudiar Bellas Artes en la Universidad de Salamanca.   Cuando acabé la carrera hace tres años, ya me quería ir de España y me fui a Lisboa.

- ¿Por qué precisamente Lisboa?

- Barajé otros sitios, pero lo tenía muy fácil y lo que quería era empezar desde cero. No conocía a nadie allí, pero necesitaba que fuera así para concentrarme en lo que quería. Fui un comienzo difícil y al principio lo pasé muy mal, encima se sumó el coronavirus, pero poco a poco fui conociendo a gente y por casualidad un día conocí a Gabriel Chaile, un artista argentino que vive en Lisboa, que me ofreció trabajo. Hemos congeniado muy bien, yo le ayudo y él siempre me ha apoyado en mi carrera artística.

- ¿Cómo son tus obras?

- Hago tanto en la calle como de interior porque me gusta compaginar esos dos mundos, el de estudio y el de grafiti. Llevo pintando grafiti desde los 12 años y lo que hago es medio mural grafitero, es muralismo, pero con la esencia del grafiti.

 

Las fotos incluidas en esta galería corresponden a personas de Aranda relacionadas con el arte de Aranda. Se encuentran repartidas en varios lugares públicos de Lisboa, en Getafe, en una exposición de Madrid, en una Expo grupal en Miami, en la universidad de Salamanca y en una exposición hecha en Lisboa. @ Juan Perdiguero

 

 

 

- ¿Qué te aporta?

- Libertad. He intentado dejarlo para adaptarme al mundo del arte y ser uno más, pero no puedo. Dejar las cosas que me gustan me hacen daño.

- Y mucha gente no lo comprende porque traducen grafiti en emborronar y ensuciar las paredes…

- Ya, pero también hay que reconocer que gracias a personas que han empezado así hay artistas buenísimos en todo el mundo. Por eso creo que habría que incentivarlo más y no perseguirlo tanto.

- Pero no en paredes ajenas…

- Desde luego que no. Me acuerdo que cuando era pequeño era legal pintar en el mural Montecillo y en el parque de La Isla. Los mayores pintaban y con mis amigos nos íbamos los fines de semana a ver lo que hacían. De repente hace 10 años lo prohibieron todo. Y se perdió ese grafiti tan trabajado.

- ¿Hay alguna solución para que los jóvenes puedan iniciarse en ese mundo sin dañar a los demás?

- Primero dar ejemplos de que el grafiti vale para algo, que puedes a ser un gran artista, y hay muchos ejemplos. Después poniendo sitios legales donde poder hacerlos. Lo que está claro es que el grafiti no se va a acabar, puede poner más policía y aumentar las multas, pero lo único que consigues es que lo que se haga sea de peor calidad. Si tienes un sitio para pintar ya no lo haces en cinco minutos, sino que haces dibujos más trabajados. Creo que hay que apoyarlo en vez de perseguirlo.

- ¿Y en el estudio qué haces?

- Lo que estoy haciendo es construir mis propias paredes sobre las que pintar. Con placas de madera hago una estructura y las encemento. Como no me dejaban pintar en las paredes empecé a construirlas yo mismo. Son paredes de 3 o 4 metros con una estructura por detrás que las mantiene de pie.

- ¿Vendes mucho?

- Estoy vendiendo obra mía, vendí bastante hace poco en Filipinas, donde estuve en una residencia artística y en dos semanas tengo una exposición en Manila. Al año que viene iré a Buenos Aires para participar en otra residencia. Tengo obra en Miami, en Nueva York, en Madrid, y acabo de venir de Barcelona donde acabo de exponer. Me está yendo bien y no me puedo quejar.

 

 

Vídeo de su residencia artística en Filipinas

 

 

- ¿Cómo se consigue ir a tantos sitios?

- Es algo que va llegando. Desde luego que en Lisboa, donde tengo el estudio, pasa mucha gente porque está de moda. Llega gente que quiere ver mi obra, y tengo el apoyo de la galería de Gabriel. A mí me gusta que vengan, no me gusta ir. Y Lisboa para producir y que te vean es un buen sitio. Pero para vender tienes que salir afuera.

- ¿Cómo definirías tu arte?

- Arte, simplemente. No me gustan las etiquetas

- ¿Para cuándo una exposición aquí en Aranda?

- Me lo han planteado. Quieren revivir una asociación y me han propuesto hacer una muestra para volver a ponerla en marcha en la Casa de Cultura. Si lo consiguen, yo estoy encantado.

- ¿Cómo ves el mundo cultural de Aranda?

- Lo que más sigo es lo que me gusta. Una cosa es la música y veo que en Aranda hay muchos grupos de música. Sobre pintura y arte visual no se mueve tanto.

- ¿Te planteas regresar a Aranda?

- Cuando esté jubilado (ríe).  Porque aquí no cero que pueda avanzar en mi carrera. Para comer y para el vino hay mucha inversión, pero para el arte no.

- ¿Y te irás de Lisboa?

- Sí, pero no sé ni a dónde ni cuándo. A lo mejor dentro de dos años, tres, o el mes que viene.

- ¿Por qué buscas cambio?

- Por las experiencias más que nada, me divierte. Yo con la monotonía me aburro y necesito crearme necesidades.

- No sé si mucha gente sabe que en Aranda hemos tenido una obra tuya durante unos meses. Precisamente el lugar que elegimos en su día para hacer la entrevista…

- Sí, al lado de la estación de autobuses, pero ya la he retirado porque se estaba combando. La hice con la idea de que fuese algo efímero y la instalé coincidiendo con el Sonorama porque me apetecía mostrar algo mío a toda la gente que venía a mi pueblo. Hice la estructura con ayuda de mi padre y lo pinté en Aranda.

- En ella estaba la figura del caballo. Y ve que es algo que utilizas con asiduidad. ¿Por qué?

- Me gusta mucho la libertad de los animales en general y la envidio, por eso la pinto. Utilizo muchas veces estrellas y colores irreales para plantear un mundo onírico. Me llama mucho que puedan estar en el lugar que quieren, no tener que trabajar, sólo existir y ya.