Cuando se acercan los presupuestos, empieza también el momento de pedir (algo lícito y habitual). Aquello de qué hay de lo mío (cada uno de lo suyo) en las cifras que van a regir el devenir del próximo año. Eso si es que llegan a aprobarse porque tal y como pinta el panorama y tirando de símil cinematográfico, la cosa se sitúa en un tono 'AzulOscuroCasiNegro'. El tema de las liberaciones ha eclipsado, de momento, otros detalles y también los movimientos de colectivos varios que comienzan el periodo de cartas a los Reyes Magos.
Uno de ellos ha sido la Asociación de Empresarios que ha realizado peticiones en el área industrial en un estilo muy diferente a lo que se hizo el año pasado. En octubre de 2022, las reivindicaciones se hacían en un plano más electoral, aunque también se hablaba de presupuestos. Se arremetía entonces contra otros empresarios, los bodegueros y de refilón los hosteleros, y se sacaba pecho por la industria hablando de abandono. Quizás han aprendido que no se pueden tirar piedras sobre el propio tejado y, esta vez, se ha centrado más el tiro y se piden cuatro aspectos concretos. Un plan parcial para que el Polígono Prado Marina, un puerto seco al lado del ramal, la red de hidrógeno y vuelve a sobrevolar Fiduero. La última edición se celebró en septiembre de 2019, hace más de cuatro años. Primero la excusa fue la pandemia y luego la falta de personal. Se anunció incluso a bombo y platillo en 2022 para la Ciudad Europea del Vino, como tantas otras cosas, y nunca más se supo. Siendo realistas, durante muchos años, Fiduero ha sido una especie de ni contigo ni sin ti tienen los males remedio. Ni apasionaba, ni cautivaba a nadie. Un formato bastante obsoleto que se había quedado en un badulaque con escasas pretensiones, que tenía respaldo de público más porque era una cita de tradición en las vísperas de las fiestas patronales que por otra cosa. Es la cruda realidad. Los empresarios apuestan por externalizarla (con la carencia de personal, no hay otra), estudiando un cambio de fechas, y ponen sobre la mesa un presupuesto poco ambicioso de 90.000 euros, que no daría margen alguno de mejora. Entre los cambios de fechas, en estos años, se ha hablado de junio, de noviembre… En cualquier caso, hay un hecho incontestable, los tiempos han cambiado y, además de una variación en el calendario, la cita necesitaría una reinvención. Las ferias giran hacía otros formatos, más especializados, más vinculados con el terruño o a las fortalezas. En resumen, ferias de ciudad.
Volviendo a los presupuestos, la patronal no es el único colectivo que ha hecho peticiones y las que llegarán en las próximas semanas. Mención aparte para la vertiente participativa, ese trozo del pastel para las propuestas ciudadanas de cuya fórmula apenas nada se sabe. Siendo pragmáticos, de poco valen los borradores y los proyectos, si no se tiene la mayoría suficiente para sacarlos adelante. Ante el choque frontal contra las liberaciones y puestos de confianza por parte de los grupos de la oposición, sólo quedan dos opciones: retirar esa pretensión (negociarla a la baja o a la nada) o someterse a una moción de confianza. Se apunta a que es muy pronto para acudir a esa posibilidad (hay dos por mandato), que da un mes a los grupos de la oposición para presentar una moción de censura o, en caso contrario, entran en vigor los presupuestos. Con la que está cayendo en este país, pensar que el Partido Popular, el Partido Socialista y Vox se pueden poner de acuerdo para formar gobierno (o hacer unos presupuestos), es un tema de casi ciencia ficción o de alcanzar tintes de interés nacional modo drama político. Y, en el caso de retirar las liberaciones, se puede aventurar que llegarán otras excusas… Eso, seguro.