La temporada de vendimia de la Denominación de Origen Ribera del Duero ha finalizado con 117.619.302 kilos de uva recogida, un 12% más que la campaña anterior. Una campaña que ha durado, iniciándose el 29 de agosto, con la participación de 7.425 viticultores que se han encargado de recoger la uva en un total de 27.256 hectáreas de viñedo.
Desde la DO aseguran que concluye una temporada de vendimia de forma favorable, teniendo en cuenta los kilos de uva recogidos y el factor clima. De los 117,6 millones de kilos recogidos apenas uno corresponde a uva blanca y el resto a uva tinta, la mayoría de la variedad tempranillo, uva estrella en la Ribera del Duero.
Se ha optado por realizar la vendimia, principalmente, de forma manual en aras a la calidad de la uva. Un trabajo que, a pesar de requerir una mayor exigencia física y económica, permite ser mucho más preciso a la hora de seleccionar los racimos, para un control de la producción desde el propio viñedo. Así, en la campaña de este año se ha reducido el empleo de vendimia mecanizada a solo el 27,9% de la superficie total, lo que corrobora la calidad de su resultado.
Y nuevamente la aplicación WebBacchus ha permitido ayudar en las labores de control de la vendimia.
Una campaña compleja
Los cambios en las condiciones meteorológicas han dado como resultado que la evolución de los viñedos y la recogida de la uva se hayan visto afectadas de un modo especial. En el inicio del ciclo vegetativo y el verano fue la sequía la protagonista, a lo que siguieron intensas lluvias y bajadas de temperaturas de la primera quincena de septiembre, seguidas de un extremo calor la segunda del mes de octubre.
Este clima se ha traducido en una ayuda para el viñedo, ya que las lluvias de septiembre han permitido que las uvas pudieran aumentar su tamaño y finalizar correctamente los procesos de maduración alcohólica y fenológica durante el mes de octubre. Esto, además, ha ayudado a que viticultores y bodegas hayan podido escalonar nuevamente los tiempos de vendimia, recogiendo la uva en su punto óptimo de maduración.
Así, los vinos de la añada 2023 serán muy diferentes y con cualidades muy dispares dependiendo del lugar en el que haya evolucionado. Vinos blancos y rosados caracterizados por una gran intensidad aromática y frescura sin ser excesivamente alcohólicos, como sucederá también con los vinos tintos. Estos, a su vez, se caracterizarán por su potencial aromático, su gran estructura y complejidad. Además, los buenos equilibrios fenológicos alcanzados en la maduración final permitirán a los enólogos elaborar vinos de guarda con complejidad aromática, paso largo por boca y carnosidad.