La presencia policial esporádica durante algunas tardes en la Biblioteca municipal deja patente la necesidad de vigilancia que existe para la Casa de Cultura durante su apertura, como ocurre en otras bibliotecas, museos, archivos y salas de exposiciones de otras ciudades. No es que haya habido casos destacables de alteración en sus salas, apuntan los trabajadores de la Biblioteca, pero sí que echan de menos una vigilancia que “sólo esté cuando hay una exposición concreta y para esa sala”.
Desde hace unas semanas la agenda de los policías locales tiene una nueva cita, la de pasarse por la zona centro entrando en la Casa de Cultura y recorriendo sus tres plantas. Teniendo en cuenta que en las dos últimas se encuentra la Biblioteca, no es raro que los usuarios vean pasar a los agentes cuando se encuentran allí.
De vez en cuando hay recriminaciones de los trabajadores por la alteración del orden en las salas, reconocen, pero nunca fuera de lo normal. Y donde más problema puede haber es en la sala infantil, un espacio pequeño para acoger a niños y jóvenes de 0 a 14 años, a lo que se suman los padres y madres, lo que supone una franja de edad muy grande para tan poco sitio.
Todo ello en una Biblioteca con una gran necesidad de que el wifi funcione correctamente, algo que lleva años esperando que suceda, y con falta de personal. No en vano desde hace siete años se aguarda que llegue la figura del Bibliotecario.