Suma y sigue la merma de trabajadores ligados a la empresa Digitex en Aranda de Duero, una empresa que llegó a tener más de dos centenares de empleados, de los que sólo quedan 41. Y el futuro es podo prometedor para ellos.
Desde el comité de empresa se temen que se vean abocados a ir todos a la calle y a las pruebas se remiten, el pasado 27 de noviembre nueve personas recibían la carta de despido y a ello se suma, para las que se quedan, una presión y unas condiciones laborables “insostenibles”, apunta la presidenta del comité Marta Pascual.
Los despidos vinieron motivados por una finalización del servicio 11888. Y es cierto, pero desde el comité no entienden “que les comunicasen un mes antes que las iban a incorporar a otro departamento y no lo hayan hecho”. De esta manera, personas que llevaban en la empresa entre 15 y 18 años pasarán a engrosar los datos del paro. Y todo ello en una edad difícil, ya que, salvo una trabajadora, el resto cuenta con más de 50 años.
Pero la cosa no queda ahí. Las empleadas que aún continúan en la empresa trabajan para un servicio de Caixabank que Digitex pretende subrogar “pero ni tenemos fecha concreta ni nos están dado información de ningún tipo, lo que nos hace dudar si se va a llevar a cabo y en qué condiciones”, apunta la delegada.
Señala la presidenta del comité que “el clima laboral es insostenible” y que así lo ha avalado la inspección de trabajo. Casi todos los trabajadores, excepto dos que optaron por trabajar de forma presencial, lo hacen a través del teletrabajo desde la pasada pandemia. Ello derivó en el cierre de las oficinas de la plaza de la Virgencilla por parte de la empresa para abrir un pequeño piso como oficina en calle Miranda do Douro.
La sorpresa llegó cuando hace unos meses los empleados recibían un comunicado indicando “que teníamos que volver a la oficina, un piso sin condiciones y sin sitio para todos”, explica Pascual. La inspección de trabajo puso de manifiesto que la oficina no reunía las condiciones necesarias y la empresa retrocedió en sus pretensiones. A continuación, fue despedida la jefa del centro de Aranda sin proceder a cubrir su puesto y otra compañera más que ha acudido a la vía judicial. Ambos despidos sin ser comunicados al comité de empresa ni a los representantes de los trabajadores.
El temor es que la empresa termine desmantelando su centro de Aranda de Duero. Entre tanto, señalan que las trabajadoras continúan sufriendo una alta tasa de bajas por ansiedad debido al estrés laboral. “Creemos que todos son pasos para desgastarnos poco a poco”, comenta Pascual, poniendo sobre la mesa otro incumplimiento más: la relativa a la Ley de Protección de datos teniendo en cuenta que cualquier duda o reclamación no pasa directamente al departamento de recursos humanos de la empresa, sino que “se dan datos personales a gente que no es la correcta”.
Los representantes sindicales opinan que lo que está ocurriendo no es, ni más ni menos, que “las represalias por hacer legítimo uso de nuestros derechos como trabajadores”. Y temen que el futuro es poco prometedor para 41 familias, que se enfrentan a un momento complejo e incierto “quedando en manos de una empresa que no ha buscado ni resortes ni recursos para paliar esta situación”.