La felicidad no duró ni 48 horas. Del bombazo de recibir al Real Madrid el día de Reyes, se ha pasado a una situación de lo más esperpéntica que, para mayor drama, ha alcanzado tintes mediáticos nacionales. Ya había quedado patente la tensión en las relaciones entre la Arandina y el Ayuntamiento unas semanas antes de disputarse el primer partido de la Copa del Rey contra el Murcia. Entonces, a mediados del mes de octubre, lo titulé La Otra Política. Desde aquel martes, han pasado dos partidos y mucha historia, que sigue demostrando que la política se puede hacer desde muchos foros. Lo peor de todo es que las decisiones de unos pocos afecten a la imagen de un equipo con 36 años de historia y con una masa deportiva y social que nada tiene que ver con todo ello.
En estos momentos, da la impresión de que los arandinos con nuestros impuestos tenemos que pagar 150.000 euros para que el estadio municipal cumpla los requisitos marcados por la Federación para celebrar un partido de esas características. Los mismos arandinos que tendrán que comprar una entrada a un precio alto que podría rondar, según dicen, mínimo los 50 euros. Es un partido histórico, es un momento de proyección mediática importante, que puede suponer una repercusión económica también en el sector servicios y sanear la ‘maltrecha’ economía del club. Esos pueden ser argumentos de peso a favor de esa implicación municipal, sin duda. El problema viene cuando los arandinos pagan dos veces para que, a cambio, los representantes del club pongan en el disparadero la imagen de la ciudad, menosprecien a la autoridad municipal, arremetan en un comunicado contra los medios locales que no les bailan el agua y sean incapaces de reconducir un calentón verbal que, desde luego no se puede justificar, pero que podría haberse quedado en nada con una disculpa inmediata en privado. Pero no, las caras visibles de la directiva prefirieron montar una performance orquestada, con tintes melodramáticos y, a partir de ahí, todo lo construido a favor de la proyección pública de Aranda se vino abajo. Actitud que según las cábalas puede buscar desde el desgaste político de representantes municipales, hasta un argumento para intentar llevarse el partido fuera de la localidad. En la calle, hay todo tipo de hipótesis.
Aparentemente, los que mandan en el club no tienen intención de poner un euro para los gastos de organización, pero por el contrario pretenden manejar los hilos de una cita que se les va de las manos, al ser un partido de alto riego por las características del estadio, que necesita cotas de seguridad que dependen de diversas administraciones. Es más, a pesar del desembolso económico, se permiten vetar como interlocutores a los ‘propietarios’ y responsables de una instalación que utilizan a su antojo durante todo el año. En resumen, el estadio es municipal para las cargas y obligaciones, mientras que para lo demás se maneja como uno coto privado (incluso en aspectos tan simples como la colocación en el palco). Un campo público donde también la directiva gestiona la publicidad sin dar cuenta alguna al respecto (ingresos por anunciantes que se dispararán a lo alto en el partido contra el Real Madrid).
Asimismo, para los otros dos partidos anteriores de la Copa del Rey hubo inyección de dinero público, a mayores de las subvención de 56.000 euros anuales. El encuentro con el equipo murciano costó a las arcas de los contribuyentes alrededor de 8.000 euros para garantizar las medidas necesarias, y allí se visualizó un minuto de parón en el juego como denuncia por parte de los jugadores por los impagos de sus sueldos. El segundo partido, frente al Cádiz, se fraguó con otros casi 50.000 euros de dinero público con una victoria que desató la alegría. Un partido en el que, a pesar de la lluvia, el campo se llenó y el precio de la entrada se pagó a 25 euros por parte de público en general. Los impuestos de los arandinos ponen el dinero, y el club con los ingresos de taquilla se restablece un poco de sus 'delicadas' finanzas. No suena mal, hasta que nos enteramos, siempre según la directiva, que se hicieron 25.000 euros de taquilla, a pesar del lleno y del precio de la entrada. Esos números necesitan una mejor explicación. Esperemos que en el partido del Madrid haya más “suerte” y la taquilla mejore, para que por lo menos el bochorno haya servido de algo.