Las cosas tienen siempre varias lecturas. Por un lado, la que se ve de cara al exterior. Por otro, la más real, aquella que sucede entre bambalinas. La intrahistoria que marca el relato menos conocido por la sociedad, el más sufrido, y el que cada martes se intenta reflejar en esta crónica. El partido contra el Real Madrid del pasado sábado dejó uno de los momentos que pasarán a la historia del deporte local. Una buena imagen organizativa de cara a los programas nacionales que vinieron a narrarlo y a todos los espectadores que siguieron el encuentro desde los distintos puntos del país a través de Televisión Española. Una proyección positiva que también constataron los jugadores con su labor sobre el césped. El círculo se completa con el ejercicio de civismo que dio el público en un campo que duplicaba de largo su aforo normal, con todo lo que eso supone. Eso sí, hasta llegar al partido, han sido tres semanas de auténtico drama, en las que el tema de los insultos ha quedado ya casi en lo más anecdótico. Por poner sobre la mesa algunos datos, el Ayuntamiento de Aranda, por lo tanto, los bolsillos de ciudadanos, ha tenido que afrontar los gastos y liderar la organización de la mano de Sonorama, mientras el club se ha marcado una especie de 'Poncio Pilatos' (lavado de manos), excepto en el tema de facturar, vender el papel y manejar los asientos.
Se calcula que el Consistorio afrontará un gasto de alrededor de 77.000 euros en contratos menores. Con la premura de tiempo no había espacio para licitaciones y la administración local sólo puede adjudicar sin concurso por montantes menores a 15.000 euros. Para el resto, se optó por un contrato de patrocinio que ha ascendido a 190.000 euros. Ese acuerdo se alcanzó in extremis a menos de 24 horas de la celebración del partido, ya en la noche de Reyes. Técnicos municipales, servicios jurídicos y asesores del club, tuvieron que buscar un vericueto legal para solventar una incompatibilidad que se lleva denunciando en este espacio desde antes de las elecciones municipales. No se puede ser juez y parte. La ley de subvenciones impide que una concejala del Ayuntamiento reciba este tipo de ayuda en su puesto como presidenta de un colectivo. Ojo, que con ese caos montado en la última semana, la afectada ni se planteó dimitir, ni tan siquiera se inmutó, y se encomendó a que el tema se lo solucionaran otros (como tantas cosas). En un revision de los estatutos, y con un acta de cambio de responsabilidades rubricada el propio 5 de enero (sin el sello obligatorio de la Junta), se orientó a que la tesorera es la presidenta de la junta directiva (que no del club) y en ella recayó la firma. Vayan cualquiera de ustedes, queridos lectores, a pedir que se busque una pequeña artimaña legal para que puedan hacer lo que les venga en gana sin cumplir lo que marca la norma. Ahora, llegará el tiempo de revisar (supongo) cómo la presidenta firmó el último convenio anual, por qué no se alertó entonces de la incompatiblidad, y apercibir de ello al Tribunal de Cuentas (es obligación para los servicios de intervención). Algo que puede extenderse también al patrocino si no 'cuela' el argumento legal. Pues eso, que parece que todavía queda partido.
De momento, vamos a sacar la calculadora. Alrededor de 270.000 euros por el encuentro contra el Real Madrid, 50.000 por el del Cádiz, 10.000 por el del Murcia y 54.000 euros de convenio anual. Todo ello vinculado al presupuesto de 2023. Casi 400.000 euros de las arcas municipales. Desde luego, se puede poner en una balanza y concluir que la repercusión mediática compensa el gasto. Aunque, quizás, ese argumento se queda vacío de contenido cuando la directiva va a ingresar varios cientos de miles de euros por la venta de unas entradas que ni tan siquiera estaban numeradas (no me refiero a los asientos, sino a las unidades, y es que Hacienda somos todos). Es más, un gran número de personas que había comprado tribuna y grada este, tuvieron que ver el partido sentados en escaleras, de pie en lo alto de la grada o recolocados en algún fondo donde las entradas eran más baratas. Aplaudir, sin duda, el civismo de todos ellos. En la máquina registradora, a los ingresos de entradas hay que sumar la publicidad, los derechos de imagen y el merchandising…
Ya para terminar, lo que se ha demostrado, una vez más, es que la directiva del club funciona como un chiringuito, movida por los amiguismos, la política y haciendo pagar facturas pendientes a todos aquellos que no les bailan el agua. Se arremetió contra los medios críticos en un comunicado y eso mismo se tradujo en el reparto de acreditaciones, como el caso de este medio que se quedó fuera de la zona de prensa. Las acreditaciones eran para medios de calado nacional como, por ejemplo, Radio Espinosa-Merindades (léase con ironía). Pasó algo parecido con el ámbito político, en colores menos afines. Incluso hubo casos como el de Máximo López que anunció con tiempo que no acudiría al partido por un compromiso en Madrid, y tenía sitio reservado con su nombre (sería que la directiva queria evitar 'intrusos'). Algunas zonas del palco reservadas para amigos y conocidos, mientras concejales portavoces de partidos políticos tenían que buscar in extremis un hueco en la grada porque no se había contado en ello. La verdad que esto último es mejor tomárselo con humor y a risas, no va más allá de una demostración de que los que mandan en el club no están a la altura de lo que representa el equipo, ni la afición, ni la ciudad.