Una urna en la Casa de Cultura recoge las sugerencias, quejas y propuestas para mejorar las próximas fiestas 2025. Este año, se ha pasado de encuestas duplicadas y referendos varios, para optar por una tormenta de ideas escritas a mano o vía mail, que auguro no serán demasiadas. La fórmula canalizada para la participación ciudadana quizás se quede escasa y obsoleta. No se ajusta a las necesidades de un análisis más profundo de cómo debería ser el futuro de las celebraciones. El horizonte, a mi entender, tiene que ir más allá de actividades que poner o quitar, presupuestos que subir o bajar, o qué artistas traer. Se necesita una reflexión profunda que parta de tomar decisiones importantes, difíciles porque no gustarán a todo el mundo, tirando de la autocrítica, huyendo del temor y acogiéndose a los nuevos tiempos que vivimos. Sopesar si se necesitan tantos días, con un alto presupuesto que se diluye en jornadas que a veces casi pasan desapercibidas. Valorar si las fechas con el calendario escolar y universitario son las idóneas. Este año, además, ni el cambio climático ha amparado el tiempo. La reflexión está en punto muerto porque se mezclan muchos asuntos como la tradición religiosa, el purismo festivo, o el miedo de qué va a pasar si se cambia algo. Quizás, después de estudiarlo a fondo, se llegue a la conclusión de que las cosas están mejor como están, pero qué menos que afrontar que no todo es oro lo que reluce. Hay ideas, como Aranda Río, en las que seguramente este año se haya acertado, pero como digo, los parches no parecen ya suficientes, en un runrún de cambio que colea desde hace muchos años. Otro tema que abordar cuanto antes será la situación en el calendario de la Fiesta de la Vendimia, no es bueno estar cada año con tanto suspense.
Hablando de decisiones, el jueves pasado, durante el pleno, se puso encima de la mesa una tesis que comparto. Los políticos entran a gestionar la vida pública para tomar decisiones más allá de lo que marcan, por ejemplo, los informes en algunos casos. Sin salirse de lo que dice la ley, pero acogiéndose a ciertos ejercicios de valentía, siempre y cuando sea por el interés general. Claro, que esa tesis tiene que extenderse más allá de la aprobación de la compatibilidad de una trabajadora para que complete su jornada laboral fuera del Ayuntamiento. Fue en ese punto del orden del día, cuando salió a la palestra eso de las decisiones políticas, la valentía y el bien común. Queda muy bonito en el debate, pero lo importante es llegar a ejecutarlo también dentro de otros aspectos más importantes.
Los informes y las compatibilidades, también salieron a relucir en el pleno en otra versión diferente que, además, puede llegar a dar mucho que hablar (el tiempo lo dirá). El alcalde recordó la posible incompatibilidad de la presidenta de la Arandina para ejecutar determinadas votaciones y temas varios en su puesto como concejala del Partido Popular. El año pasado no acudió al pleno de presupuestos aduciendo otros motivos, pero en el aire se mascaba la sombra de incompatibilidad (por el dinero municipal que recibe el club y se incluye en esas cifras municipales). ¿Qué pasará en los presupuestos de 2025? Lo recalco porque todo apunta a que ahora el gobierno municipal parece sumar diez apoyos (con el nuevo concejal No Adscrito) y esa ausencia sería determinante, ya que supondría la perdida de la votación por parte de los partidos de la oposición (prevalecería el voto de calidad del alcalde). ¿Lo permitirá el Partido Popular? El otoño se presenta apasionante…