Toca hablar de aquello de lo virtual, que parece que se ha puesto de moda en la vida municipal. Eso sí, dependiendo para qué, interesa o no. En primer lugar, está la nueva política de Instagram. En los últimos tiempos, algunos partidos (especialmente los tres mayoritarios) utilizan esa red social, convertida en una especia de patio de colegio, donde se postea a base de impulso y se contesta en versión rabia sobre temas secundarios llevados a cuestiones de estado, que luego ponen en riesgo aspectos de interés general. Me explico con un ejemplo de tantos: unos se molestan porque no les han invitado a una gala, mientras los aludidos contestan que los contrarios nunca van a nada y solo piensan en comer canapés. Se declara la “guerra” en un debate de tal nivel intelectual que termina con la conclusión de que con ese ambiente cómo se va a negociar unos presupuestos. ¿Perdonen? Gobernar y estar en la oposición en un Ayuntamiento de una ciudad de 35.000 habitantes, capital de la Ribera del Duero y el tercer polo industrial de Castilla y León, merece una mayor respeto que este tipo de ‘literaturas’ y rebotes, que distan mucho de dar esa deseada imagen de seriedad y efectividad. No es cuestión de menospreciar la importancia de las redes, que desde luego la tienen, siempre que la cosa no se termine desviando por esa peligrosa tangente.
Y en ese mundo virtual, ahora irrumpe el debate de comisiones informativas online sí o no. Se llevaba en el orden del día del pasado pleno y se tumbó con los votos en bloque de la oposición. Lo que se denomina, de momento, la pinza. Digo de momento, porque quién sabe qué puede pasar si en algún instante se cumplen las expectativas de expulsión a las que aspira el PP. Después, se echarán las manos a la cabeza porque los presupuestos puedan llegar a salir con los votos de dos tránsfugas. Pero, centrándonos en las comisiones virtuales, el concejal de Nuevas Tecnologías terminó poniendo sobre la mesa que era una manera de comenzar a sentar las bases que podrían regir esa fórmula. Desde luego que el mundo online es una gran baza, pero lo lógico es que se apliquen ciertos límites. No suena demasiado ético hacer ese tipo de reglamentos a la carta para que se puedan presidir de forma reiterada comisiones desde otros lugares, o que se garanticen las asistencias y especialmente los cobros para representantes públicos que vivan fuera de forma permanente (para eso hay otras salidas, literales). Otra cosa diferente es que las ‘telecomisiones’ se amparen en motivos de viajes por temas municipales, conciliaciones varias y otros asuntos justificados. En cualquier caso, me llamó especialmente la atención el acento que se puso en que las cosas que no se cobran se pueden hacer online, pero por las que se obtienen retribuciones no. Y es que eso de alguna manera deja en evidencia que las juntas de portavoces, y otras reuniones varias, son de segunda, tercera o cuarta categoría. Lo que no se cobra, importa menos, fue la conclusión. La pregunta es si al interés general o a los bolsillos.
Y enlazando con cobros, patios de colegio y temas de obcecaciones que afectan de lleno a asuntos importantes para el municipio. Es sorprendente que el PSOE, en gran medida, vincule un acuerdo presupuestario a que su excompañero, actual tránsfuga, cobre solo dos asistencias al mes, algo más de 350 euros. Claro que ese posicionamiento se convierte casi en secundario cuando el 'desertor' pide que los concejales que tengan liberación de otra administración pública no cobren por parte del Ayuntamiento. Sólo le ha faltado poner el nombre y apellidos. Lo de reivindicar los derechos del mundo tránsfuga en cada pleno ya merece un capítulo aparte, y es que lo deja bien claro desde el año 2020 el Tribunal Supremo, ni mejores políticas, ni económicas.