
Los vecinos de Santa Catalina, entre los que me encuentro, defendemos el lugar donde vivimos. Un barrio de toda la vida, en el que nos negamos a tener miedo, y que hemos elegido para seguir residiendo. Dicho esto, a pesar de que continúo pensando que los sucesos ocurridos son situaciones concretas y específicas que no se pueden extrapolar al global de la zona, ello no es excusa para no darles la relevancia que tienen (que es mucha). Sin duda, urge una respuesta contundente, unas medidas rápidas para garantizar a los ciudadanos esa tranquilidad necesaria, y evitar que el temor que se está generalizando coja tintes mayores. Si esto sigue así, el miedo va hacerse un compañero permanente de viaje, y de poco (o nada) van a servir los mensajes de que el barrio tiene preciosos murales, o que nos estamos gastando (es dinero de todos) ocho millones de euros para que allí desembarque la Universidad de Burgos. De verdad, que alguien piensa que con los ‘sustos’ que ya se están haciendo semanales, con la imagen de la ciudad por los suelos en el foco mediático nacional y las pocas ganas (reales) que tienen de abrir sucursal universitaria, alguien se va a querer implantar en el epicentro de las batallas campales y demás ‘percances’.
En el panorama actual, proliferan las comparativas con otros lugares, pero quizas los más pragmático y realista es centrarse en lo que aquí sucede, lo que vivimos en las calles o debajo de las viviendas. El mensaje de que esta ciudad es segura que pregonan algunos responsables de cuerpos de seguridad del estado se puede comprar por la mayor parte de los ciudadanos. Eso sí, cómo se argumenta esa tesis para, por ejemplo, los vecinos de las calles Hospicio o Pizarro, que llevan unos cuantos años narrando sus desvelos, en una situación que cada vez va a más. Quién les dice ahora que pueden dejar aparcados allí tranquilamente sus coches sin que nada les pase, por ejemplo. Eso sólo se consigue con decisiones, aumento de la seguridad y control de los establecimientos, entre otras cosas. Evidentemente, es un tema que no sólo depende del Ayuntamiento, va más allá por las competencias. Se supone que la subdelegación del Gobierno y las fuerzas de seguridad también tendrán algo que decir, para que no parezca que sólo hay puesta en escena en fiestas y festivales.
En el ámbito local, el silencio y mirar hacia otro lado no es bueno. El equipo de Gobierno tendrá que mover ficha y actuar, porque se ha demostrado que con bonitos vídeos en redes sociales recorriendo el barrio, no se ataja esta situación. También el PP debería de reflexionar. Por su bonito vídeo (que curiosamente se publicó el mismo día y casi a la misma hora, no se sabe quién contraprogramó a quién), y esa utilización del drama para hacer política. Como si ese caldo de cultivo sólo viniera desde junio de 2023. Para el resto, se tira de amnesia (eso sí, selectiva). Que se lo digan a los vecinos.
Quizás, por una vez (y sabemos que no serviría de precedente), el general de nuestros munícipes debería dejar el partidismo (y aspiraciones preelectorales) a un lado y trabajar en conjunto por el interés general. Porque no hay nada de mayor interés que garantizar la seguridad de todos.