
Puede haber sido simplemente casualidad, o parte del detonante, pero desde que la RPT municipal (Relación de Puestos de Trabajo) protagonizara este espacio hace siete días, se ha despertado una guerra pública, que hasta ahora era más una batalla interna latente. Es un tema que puede aburrir, es comprensible. Demasiado técnico, desde luego. Farragoso y difícil de entender, cierto. Quizá, da la impresión de que solo afecta a unos pocos, pero en la práctica los ciudadanos somos los que pagamos las consecuencias de una buena o mala gestión, o de unas efectivas o insuficientes dotaciones de personal para la función pública. Estoy segura de que no es vuestro tema preferido, queridos lectores, pero está claro que sí es el asunto del momento. El que ha dotado de ‘marcha’ política al mes de agosto. El que ha vuelto a demostrar que el barro nunca deja de acompañar a la vida municipal en esta nuestra localidad.
Hay dos formas de arreglar los temas de personal para hacer más contrataciones o mejorar situaciones laborales en el Consistorio. Está la posibilidad de modificar lo que ya se tiene, o hacer algo nuevo. Para salvar los problemas urgentes y concretos con mayor rapidez, se podrían haber hecho esos cambios puntuales en lo que ya existe, por ejemplo, en temas de seguridad. Pero, quienes nos gobiernan están tan confiados en que su proyecto nuevo (de RPT) saldrá adelante que lo han fiado todo a él. O casi todo. Porque hay un asunto vinculado a una sentencia sobre unas mayores retribuciones al secretario general en funciones, que se quiere llevar antes, como modificación. Y de ahí ha llegado el conflicto político a la hora de aprobarlo (o no). Por una parte (la oposición) que si los informes son contrarios, y por otra (gobierno) que si se está incurriendo en rebeldía judicial. Temas que dan recorrido a un nuevo culebrón, que seguro llenará algunos capítulos, aunque ahora quiero centrarme en un aspecto concreto.
En principio, los trabajadores municipales no debieran ser protagonistas de la primera plana al estilo político, pero aquí estamos ya más que acostumbrados. En este caso, han pesado dos cosas para ese protagonismo mediático del secretario general llenando páginas y noticia. El primero, ha sido la manera (desmedida) con la que ha salido a defenderle el equipo de gobierno vía comunicados. Ese impetú (como que les fuera la vida en ello) le ha puesto en el disparadero. Es así. Además, vinculando sus funciones a otros temas polémicos y lanzando alguna advertencia velada. Como, por ejemplo, la plaza de toros, donde se dice y se comenta, está elaborando un informe de más de 80 páginas sobre incumplimientos urbanísticos y rebuscando algunas cosas, siguiendo órdenes (según las malas lenguas). El segundo aspecto que le ha puesto en el foco lo ha provocado él mismo, por unos whatsapp con tono inapropiado enviados no a uno, sino a varios integrantes del Grupo Municipal Socialista. Ahora esos textos escritos prueban y evidencian una clara animadversión, y la posibilidad de que le puedan reprobar para intervenir en temas que les afecten, o incluso solicitar otras medidas.
Volviendo a la plaza de toros, a la espera de ese enésimo informe, y los detalles sobre el letrado contratado para ‘arreglar’ el tema, a Victoriano del Río se le sigue sin exigir que cumpla lo firmado. Tiene que organizar una feria taurina en Aranda en el mes de septiembre, sea o no en su plaza de toros. Una vez que en esa instalación es inviable (porque es ilegal), estaría obligado a buscar una alternativa y organizar festejos en otra ubicación el domingo, lunes, martes y sábado. Es más, los carteles, los tendría que haber presentado 45 días antes de las fiestas. Ni se le espera, ni se le obliga, ni se le sanciona. Y eso es presente, no pasado.